martes, diciembre 30

Ya, si sé que todos somos distintos, pero también parte de la misma tira cómica releída desde el inicio de los tiempos, antes del comic de lascaux, antes del jetset de stonehenge, y muchísimo antes de que el agujero del gusano se llevara a Hal 9000 y dejara al intronauta en una habitación blanca frente a sí mismo. ¡Aaah! la hermosa soledad de un día nublado en que puedo conversar mudamente con el lápiz y reventarme el hígado con agua de la llave. Voy a ir practicando, voy a ir saltando en los espacios de la página, aunque me agarren los pies giro cual volador de Papantla. Y la vida vuelve a ser juego, vuelve a ser radio mal sintonizada y ¡escucha! si no requiriera concentración la escucha quizás ya andaría de papanatas con mochilas con problemas con piedras de problemas en la mochila.

sábado, diciembre 20

desetnocentrándose

Me gusta que mi compañera de curso me mande a la chucha sureñamente, porque así me recuerdo de algo importante. Es que al final y al principio la imaginación es la gran potenciadoraproyectadora de realidades diferentes y, por eso, cuando en ella ví a una vieja choriza, tosca y desmañanguada, olorosa a campo a morir, fue que hice una relación alcachofística, me acerqué un poquito al contexto en donde nació y crecio, increíblemente caricaturizados, sí, pero mejor eso a convertirla en un burdo reflejo de mi mismo.

Quizás por eso no tengo mucha vida social por estos territorios, nadie se parece a mí ¿y quién podría? Todos somos universos particulares, pero a veces se me olvida, como todas las demás cosas. La cuestión es que imaginándome a la vieja sureña, adquirí consciencia de lo distinta que es mi compañera, a un nivel impresionante de diferencia, tiene otro universo cognitivo. Por eso mismo no me pesca cuando me pongo a hablar de cosas como éstas. Primero pensé que era más simple, pero no es así, más bien son otros nuestros intereses y motivaciones para caminar, y lo bonito es eso, que a pesar de nuestra diferencia nos encontramos en un cruce de camino, podemos tejer un puente, y eso es comunicarse humanamente.

viernes, diciembre 19

nau: rilax an lizen tu dis



martes, diciembre 16

cochocho

Ahora que mi gato tiene facebook me anduvo enseñando algunas custiones a pesar de la distancia, pa' variar, porque mi gato es uno de mis grandes maestros, cosa que se me había olvidado. Me mostró lo entrete que es conectarse a la red de redes siendo gato, poder observar las fotos de sus hermanos de especie de muchas partes del mundo, todos en distintos idiomas y en el mismo, el miauístico universal y plural. También ese silencio, que se nota en los otros gatos, subiendo árboles, subiendo armarios, subiendo cortinas, cazando moscas y siendo devorados por sillones, camas, sillas, alfombras, todas éstas capaces de sumergirlos en sueños que ni imagino ni me cuenta, el silencio. Cuando vivía con él, mi gato me enseñó a relacionarme con la gente. Yo, que lo quiero mucho, lo agarraba, lo apretaba y obligaba a estar conmigo (es mi gato, era su deber), hasta que me dí cuenta, me dio cuenta. Lo solté de una vez y para siempre, no lo traje más hacia mí y pasó lo inesperado, llegó solo, a ronrronear, a dormir, a jugar a mi lado, ¡a conversarme hasta! Sí, cuando lo dejé comenzó la entrega, cuando renuncié a ser su dueño (de intentarlo, nunca fue mío, ni yo de él). Y es que el apego es eso, esa encerrá en jaulas, en piezas de dos por dos mientras afuera llueve y uno trata de no pensar pensando pensamientos repensados. Aburriéndose frustrándose en vez de entregar, de soltar y comenzar de una vez por todas a respirar todo. ¿Para qué limitarse? me dijo mi gato.

lunes, diciembre 15

Cesare Pavese

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos-
esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una palabra vana,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando te inclinas sola ante el espejo.
¡Oh querida esperanza,
también nosotros aquel día
sabremos que eres la vida y la nada!

La muerte tiene una mirada para todos.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como ver que emerge de nuevo
un rostro muerto en el espejo,
como escuchar un labio cerrado.
Descenderemos al remolino, mudos.

sábado, diciembre 13

¿encontraría a la maga?

"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos".

Rayuela, Julio Cortázar

viernes, diciembre 12

el etnógrafo

El caso me lo refirieron en Texas, pero había acontenido en otro estado. Cuenta con un solo protagonista, salvo que en toda historia los protagonistas son miles, visibles e invisibles, vivos y muertos. Se llamaba, creo, Fred Murdock. Era alto a la manera americana, ni rubio ni moreno, de perfil de hacha, de muy pocas palabras. Nada singular había en él, ni siquiera esa fingida singularidad que es propia de los jóvenes. Naturalmente respetuoso, no descreía de los libros ni de quienes escriben los libros. Era suya esa edad en que el hombre no sabe aún quién es y está listo para entregarse a lo que le propone el azar: la mística del persa o el desconocido origen del húngaro, la aventuras de la guerra o del álgebra, el puritanismo o la orgía. En la universidad le aconsejaron el estudio de las lenguas indígenas. Hay ritos esotéricos que perduran en ciertas tribus del oeste; su profesor, un hombre entrado en años, le propuso que hiciera su habitación en una toldería, que observara los ritos y que descubriera el secreto que los brujos revelan al iniciado. A su vuelta, redactaría una tesis que las autoridades del instituto darían a la imprenta. Murdock aceptó con alacridad. Uno de sus mayores había muerto en las guerras de la frontera; esa antigua discordia de sus estirpes era un vínculo ahora. Previó, sin duda, las dificultades que lo aguardaban; tenía que lograr que los hombres rojos lo aceptaran como a uno de los suyos. Emprendió la larga aventura. Más de dos años habitó en la pradera, bajo toldos de cuero o a la intemperie. Se levantaba antes del alba, se acostaba al anochecer, llegó a soñar en un idioma que no era el de sus padres. Acostumbró su paladar a sabores ásperos, se cubrió con ropas extrañas, olvidó los amigos y la ciudad, llegó a pensar de una manera que su lógica rechazaba. Durante los primeros meses de aprendizaje tomaba notas sigilosas, que rompería después, acaso para no despertar la suspicacia de los otros, acaso porque ya no las precisaba. Al término de un plazo prefijado por ciertos ejercicios, de índole moral y de índole física, el sacerdote le ordenó que fuera recordando sus sueños y que se los confiara al clarear el día. Comprobó que en las noches de luna llena soñaba con bisontes. Confió estos sueños repetidos a su maestro; éste acabó por revelarle su doctrina secreta. Una mañana, sin haberse despedido de nadie, Murdock se fue.

En la ciudad, sintió la nostalgia de aquellas tardes iniciales de la pradera en que había sentido, hace tiempo, la nostalgia de la ciudad. Se encaminó al despacho del profesor y le dijo que sabía el secreto y que había resuelto no publicarlo.
-- ¿Lo ata su juramento? -- preguntó el otro.
-- No es ésa mi razón -- dijo Murdock --. En esas lejanías aprendí algo que no puedo decir.
-- ¿Acaso el idioma inglés es insuficiente? -- observaría el otro.
-- Nada de eso, señor. Ahora que poseo el secreto, podría enunciarlo de cien modos distintos y aun contradictorios. No sé muy bien cómo decirle que el secreto es precioso y que ahora la ciencia, nuestra ciencia, me parece una mera frivolidad.
Agregó al cabo de una pausa:
-- El secreto, por lo demás, no vale lo que valen los caminos que me condujeron a él. Esos caminos hay que andarlos.
El profesor le dijo con frialdad:
-- Comunicaré su decisión al Concejo. ¿Usted piensa vivir entre los indios?
Murdock le contestó:
-- No. Tal vez no vuelva a la pradera. Lo que me enseñaron sus hombres vale para cualquier lugar y para cualquier circunstancia.
Tal fue, en esencia, el diálogo.
Fred se casó, se divorció y es ahora uno de los bibliotecarios de Yale.

Jorge Luis Borges

lunes, diciembre 8

fragmentos para dominar el silencio

I
Las fuerzas del lenguaje son las damas solitarias, desoladas, que
cantan a través de mi voz que escucho a lo lejos. Y lejos, en la negra
arena, yace una niña densa de música ancestral. ¿Dónde la verdadera
muerte? He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz. Los ramos
se mueren en la memoria. La yacente anida en mí con su máscara de
loba.. La que no pudo más e imploró llamas y ardimos.

II
Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no
guarecen, yo hablo.
Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus máscaras aunque
regresarán para sollozar entre flores.
No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las
hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi
silencio gris.

III
La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante. Y yo no
diré mi poema y yo he de decirlo. Aun si el poema (aquí, ahora) no
tiene sentido, no tiene destino.

Alejandra Pizarnik

mmmmm

el camino más corto entre dos puntos luminosos pasa necesariamente por la sombra

sábado, diciembre 6

¡No se lo pierda!

¡Gran encuentro mundial de religiones monoteístas!

[Afiche de Sebastian Kubica]