
Rayarse como charango de gato / ¿estás mirando las letras o el vacío tras ellas?
Miedo a salir: llamar al encierro, no ir a la aldea.
¿Buscan una salida los ermitaños internautas?
Niños cactus: más que por pinchar al otro es por no quebrar las espinas propias y eso que el andar por los aires del desierto siempre ha tenido como finalidad compartir la arena.
El pensamiento solar sacrifica los cuerpos, el pensamiento lunar los fantasmagoriza.
Vía etérea, seguir escribiendo hasta que olvidemos el lenguaje, y eso que el lenguaje provocó el olvido: circularidad permanente.
Volteándonos estamos de acuerdísimo en que lo más simple es la transparencia, la gratificante levedad del ser que se entrega con el vivir lúdico, árboles hablando con estrellas hablando con la noche hablando con la arena mientras los samanas meditan frente a la marería.
Lo trascendental está en la indefinida modificación y modulación espaciosa de la piel, el cuerpo da lugar a la existencia.
Comienza el desenvolvimiento, se toca todo.
Sanación cuéntica, imposible dormir si el mundo se reproduce a cada instante. De espaldas frente al cielo la tierra es nuestro cuerpo yacente, el cemento es igual de real y el ombligo un ojo que observa desde el vacío.
Tantear un mundo que no tiene otro origen que esta singular multiplicidad de orígenes. Ser capaz de ver y sentir sin llegar a un centro que nuble la periferia, que las cosas nos extiendan y aperturen, que plieguen y desplieguen.
El mundo se me entra por los ojos / se me entra por las manos / se me entra por los pies.
No importa más que eso, tejer puentes entre nos-otros.
*chamico agradece la agradable e insabida participación de Jean-Luc Nancy, Vicente Huidobro y Karina Cocq, quien pintó ese gato.