sábado, diciembre 20

desetnocentrándose

Me gusta que mi compañera de curso me mande a la chucha sureñamente, porque así me recuerdo de algo importante. Es que al final y al principio la imaginación es la gran potenciadoraproyectadora de realidades diferentes y, por eso, cuando en ella ví a una vieja choriza, tosca y desmañanguada, olorosa a campo a morir, fue que hice una relación alcachofística, me acerqué un poquito al contexto en donde nació y crecio, increíblemente caricaturizados, sí, pero mejor eso a convertirla en un burdo reflejo de mi mismo.

Quizás por eso no tengo mucha vida social por estos territorios, nadie se parece a mí ¿y quién podría? Todos somos universos particulares, pero a veces se me olvida, como todas las demás cosas. La cuestión es que imaginándome a la vieja sureña, adquirí consciencia de lo distinta que es mi compañera, a un nivel impresionante de diferencia, tiene otro universo cognitivo. Por eso mismo no me pesca cuando me pongo a hablar de cosas como éstas. Primero pensé que era más simple, pero no es así, más bien son otros nuestros intereses y motivaciones para caminar, y lo bonito es eso, que a pesar de nuestra diferencia nos encontramos en un cruce de camino, podemos tejer un puente, y eso es comunicarse humanamente.

2 comentarios:

Ada (sin h) dijo...

Oyee

>=)

qué te pasa con los sureños, a ver?


xD

Fran dijo...

Me pasa eso, bastante seguido de hecho, y siempre con mis amigos. Creo que no conozco a gente más distinta que yo que un par de mis amigos más cercanos: con cada cosa que hacen, dicen, dejan de hacer o dejan de decir, me doy cuenta que somos absolutamente diferentes.

Por eso escribo bastante más de lo que hablo :P