tresdieciseis el montijo peñalolén cubierto de paradero esperoahora la misma espera que ahoga palabras y vigilias tal y como esa vez capitalina y grisya no existe ese armatoste amarillo y yo tengo papelillos pero todo está escaso cuando lluevese terminó la ahumada envoltura de mis tardes cerebralespor lo menos el aire traerá orden aunque la tormenta volverá y la paz y la guerra y el hambre y la ignorancia y los aserruchamientos nunca acabaránaprenderé a caminar en el ojo de la tormenta
Un pájaro aleteando dentro de mí, me raspa con las alas, luego en silencio mete su ala izquierda en mi brazo izquierdo y su ala derecha en mi brazo derecho. Yo sé que se prepara a volar, temeroso, temerosa. Se acomoda adentro hasta graznar algo por mi boca, no sé lo que dice. No sé de quién son los ojos que ven el oído que escucha las alas que vuelan no vuelan.
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